sábado, 4 de septiembre de 2010

56- Infoxicación

I) Ochoa Sangrador C, González De Dios J. Remedios frente a la “infoxicación”. Papel de las fuentes de información secundarias. Bol Pediatr 2006; 46: 1-6

Introducción
     Ofrecer a nuestros pacientes una asistencia de calidad, en las condiciones de trabajo habituales, constituye un reto para todo pediatra. A menudo, nos vemos obligados a tomar decisiones en presencia de incertidumbre (desconocemos la validez de muchas pruebas diagnósticas y la efectividad de numerosos tratamientos), influidos por múltiples factores personales, sociales y económicos, apremiados por el tiempo y la carga de trabajo, y condicionados por la limitación de recursos. En estas circunstancias, sí queremos tomar las decisiones más correctas para cada situación clínica, necesitamos integrar nuestros conocimientos y experiencia previos con la información científica que continuamente va incorporándose a la literatura médica.
     Sin embargo, el enorme volumen de información científica que se genera en el momento actual, origina una saturación que dificulta su aprovechamiento, produciendo un fenómeno para el que se ha acuñado el neologismo “infoxicación” (intoxicación por exceso de información).
     Este problema tiene una dimensión tanto cuantitativa como cualitativa. Resulta complejo, por una parte, encontrar la documentación más pertinente, pese a la accesibilidad que proporciona Internet a las bases de datos bibliográficas y revistas biomédicas, y, por otra parte, no siempre tenemos la preparación suficiente para interpretar, por nosotros mismos, su validez, relevancia y aplicabilidad.
     Ante el masivo incremento y la enorme renovación de la producción científica, el médico actual se ha visto obligado a dejar de ser un acumulador de información para convertirse en un buscador de fuentes de información. La revisión periódica de los artículos que se publican sobre un tema concreto resulta extremadamente laboriosa.
     Habitualmente nos vemos obligados a restringir las revistas consultadas, debiendo renunciar a la evaluación detallada de muchos artículos potencialmente útiles. En consecuencia, las búsquedas de información que podemos hacer con cierta profundidad son las que dedicamos a la resolución de dudas concretas de nuestra práctica clínica.
     Tradicionalmente, nuestras principales fuentes de información han sido los libros, las revistas científicas y la opinión de expertos. Sin embargo, dichas fuentes presentan importantes limitaciones.
     Los libros de texto contienen en ocasiones, información obsoleta, por el retraso que condiciona el proceso editorial, y pueden incluir apreciaciones subjetivas sin una base científica suficientemente probada.
     Las revistas biomédicas ofrecen información demasiado voluminosa, de calidad muy heterogénea y, frecuentemente, con errores metodológicos o de presentación que comprometen su interpretación.
     Por último, la opinión de expertos tiende a recomendar procedimientos, consagrados por su uso en la práctica clínica, pero que no han probado su validez o eficacia en estudios científicos ………………..(continúa)….

II) Infoxicación. De Blog: Infomanía.com
Cinco razones para intoxicarse con datos
• Acopiamos más información de la necesaria porque creemos que así tomaremos mejores decisiones.
• Recibimos a diario gran cantidad de datos que no hemos pedido ni nos resulta útil.
• Buscamos información de sobra para justificar nuestras acciones.
• Guardamos textos, fotos, archivos en general, por si nos resultan útiles en el futuro.
• Nos gusta utilizar la información para enrostrársela a nuestros colegas.
Siete procedimientos para no sucumbir a la avalancha
• Suscribirse a RSS para obtener en un solo sitio los titulares actualizados de los temas de interés.
• Organizarse para la lectura de información en horarios determinados.
• Mantener una lista diaria de tareas y prioridades laborales y personales.
• Desactivar el aviso de entrada de los mails cuando debemos terminar una tarea.
• Tratar cada mensaje electrónico una sola vez: leerlo, responderlo o reenviarlo y borrarlo inmediatamente.
• Crear carpetas para organizar la información que llega por correo electrónico. Al principio parece engorroso, pero ayuda a ahorrar tiempo de búsqueda.
• Redactar los e-mails en forma breve y sin preámbulos.